viernes, 3 de febrero de 2012

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En lo del Chino no se silba.

Comunidades albergan culturas, diferentes comunidades, diferentes culturas. Raras e insólitas como insólita es la esencia de las personas que las integran. La evolución del hombre esta íntimamente ligada a la transmisión escrita y oral, del legado arquitectónico, la mitología, las religiones y costumbres que una cultura hereda a la subsiguiente. Yo no soy la excepción de la regla, y mi proceso evolutivo también está ligado a la absorción del conocimiento milenario transmitido por diversos integrantes de culturas extrañas.
Culturas milenarias como la China nos han dejado el papel, la imprenta, la brújula, la pólvora, la porcelana, los cometas, la seda… y los SUPERMERCADOS.

Una tardecita regresando de estudiar en casa ajena, comienzo a pensar en la pobreza subyugante de mi heladera, en mi refrigerador no se encontraba disponible ningún alimento, o por lo menos ningún alimento apto para mi consumo, ya que las demás formas de vida que integraban el ecosistema del continente helado de la cocina de mi departamento, encontraban frondosa cantidad de material orgánico en descomposición, que les ayudaba a generar ya una cuasi civilización inteligente, entre la gaveta de la carne y el compartimiento de las verduras, conectadas ambas poblaciones por una vía ferroviaria de moho.
Al llegar a mi departamento, enfrento lo que mi mente venia visualizando ya desde por lo menos las ultimas 10 cuadras, NO HAY COMIDA.
La salvación a tal encrucijada se encontraba cerca, en el supermercado chino, que todavía a esa hora permanecía abierto, aprovechando todo el rezago del estudiantado. Con paso lento y cansino me dirijo hacia el recinto, a mi pesar debía comprar mi cena en ese lugar, que advertía a todo ser sensorial, que allí no era lugar para comprar comida. Los chinos son ampliamente conocidos por dos cosas: 1) Lo tacaños, 2) lo sucios.
EL supermercado este no era la excepción a la regla, y para colmo de males, los muchachos tenían un sector de pescadería, el cual limpiaban aproximadamente una vez por mes, cuando el inspector de salubridad los intimaba, la baranda era tremebunda.
Entré con el seño semi fruncido, tratando de impedir el olor, pero este era tan fuerte que por los lagrimales uno podía percibir el aroma.
Me dirijo hacia el sector de los enlatados, si has de comprar algo en los chinos, que sea enlatado. Cualquier cosa serviría para comer, solo debía pasar la noche. No recuerdo exactamente que compre pero sí recuerdo el valor………. $6,75.
Al dirigirme a la caja en la que se encontraba una pequeña mujercita amarillenta, esbozo una sonrisa de cortesía, y con toda mi buena voluntad entrego el producto para que se me cobre lo correspondiente, delante mío las persianas del supermercado comienzan a serrarse. Solo fue un instante que subí la vista para ver que ocasionaba el ruido, y luego volví  a dirigir mi mirada hacia la cajera. 6 peso con 75, me dice, saco mi billetera, y le entrego un billete de 5 y uno de 2, EL ERROR DE MI VIDA.
-NO tengo moneda, toma calamelo.
-No gracias no quiero los caramelos, dame el vuelto por favor.
- No moneda, calamelo, calamelo, toma.
-NO disculpa, pero fíjate que en la caja tenes monedas de 25, mira.
-NO moneda, CALAMELO.
EN ese momento no se por qué razón mi mente comenzó a trabarse, será porque la caja rebalsaba de monedas, o porque la cara de la china me caía mal, pero estalle en furia, como diría un amigo  “ME PUSE BÉlICO”, y comencé a insultar:
-Mira china y la gran p… madre que te recontra mil pario, dame la p… moneda, y deja de mirarme con esa cara de OR…, y vos chinito tarado deja de bajar la persiana o por donde carajo pensas que voy a salir de este lugar de m…, y de paso abrí los ojos de ojal de camisa barata que tenes, a veer si así pueden ver todas las p… monedas que tienen en esa mugre de caja registradora, no sé si tiene más grasa la caja registradora o el pelo tuyo, cara de salame con hepatitis.
En ese momento el chinito, que de por cierto tenía un estilo punk en la cabeza  logrado naturalmente, naturalmente por no bañarse; de unos escasos 1,5 de estatura y complexión por demás liviana, detuvo su tarea, y con una sonrisita algo exasperante dirigió sus pasos enchancletados así mi-Aclaración sobre mi persona: ejemplar animal de raza dudosa, llevándole 40 centímetros contando desde la última cresta de su pelo, y superando su categoría ampliamente, digamos pluma contra peso completo-, parase delante mío, y con un movimiento rápido cual monje shaolin entrenado por el propio Kwai Chang Caine(léase personaje principal de la serie Kun-fu, protagonizada por David Carradine), atrapo mis testículos y dijo:
-          A ver gordito……Silva!!!!!
Esta increíble técnica, realmente imposibilita que uno pueda silbar, además, te desarma totalmente, ya que cualquier movimiento que uno intente es frenado inmediatamente por el sistema nervioso parasimpático, es imposible efectuar cualquier movimiento voluntario ya que cualquier incremento en la presión detiene todo intento de eludir la maniobra.
-          Dale gordo, a ver si sos tan macho, silba, si no silbas no te vas de acá.

Unos 5 minutos después, y gracias a que ya me arrodille para suplicarle al chino, soltó, tome mis 3 caramelitos, y antes de salir fui pelando uno, para que viera que me los iba a comer.

Culturas milenarias, sabidurías milenarias.


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